viernes, 17 de diciembre de 2010

CENSURA Y AUTOCENSURA: ENTRE LA PRUDENCIA Y EL SILENCIO


Jesús Manuel Díaz T
Universidad Arturo Michelena

Dependencia. Resulta esta palabra curiosa cuando se aprecia la magnitud que dentro del contexto en el cual se ubique puede poseer, el asunto en el que se adhiera tal adjetivación. Pero aplicarla para denominar la situación que en la actualidad se refleja entre el emisor y el receptor, es decir, el medio y su público dentro del elemento comunicacional, se aproxima más al acierto que a la mala utilización. Se habla de dependencia pues ya se ha sobre pasado el derecho a estar informado o informar, el complemento mercantilista que los medios poseen, el hecho de vender noticias, número de tirajes o alcanzar mayor penetración en consideración a los lectores.

El mutuo requerimiento es observable incluso en la dinámica interna, la repercusión de una publicación, los posibles efectos que conlleve, la interpretación externa del hecho narrado, del trasfondo. Todo ésto, acompañado de la política, de los gobiernos, de la sociedad en su plenitud, por tal razón la complejidad que se manifiesta a la hora de lograr analizar lo que ocurre tras la pantalla, en las mesas de redacción, y a micrófono apagado en las cabinas de radio.

Aproximarse mediante este preámbulo a la censura y autocensura en el medio, a lo que implica tales fenómenos en la libertad de expresión, es el objetivo base, y el caso de estudio seleccionado “Venezuela” , un diferencial, una muestra que logra cuantificar el gran alcance que la mass media hoy en día posee, gracias a la alternabilidad de los mensajes, canales y códigos que cada vez de manera más atractiva y por consiguiente creativa, se van exponiendo ante la hambrienta bandeja de clientes en aumento, un ejemplo de cómo los intereses, y la correlación e interdependencia entre los diversos poderes parece trastornar conductas, alejándolas de lo ético para ubicarlas en lo prudente, en el silencio.

El período por el que transitamos en consideración a los medios de comunicación social (MCS), podría decirse es el resultado de un para nada nuevo proceso de evolución que introduce en su línea de desarrollo, la estructura de los mensajes, la prontitud del verbo, la creación y consiguiente preparación de un individuo veros ante la bombardeada información, exigente en cuestiones de tiempo, detallista incluso en elementos que corresponden a procesos de diagramación o estilo.

La industrialización de la prensa en el Siglo XIX como primer gran medio masivo y con ésto, la mercantilización de la noticia y la proliferación de la doctrina de la objetividad, son pilares históricos de suma relevancia cuando se desea plantear el comportamiento de los MCS, específicamente en función al manejo de las opiniones, criterios y hechos. El periodista británico C.P. Scott, sentenciaba mientras el drástico cambio arriba reseñado se realizaba, que “los hechos son sagrados, la opinión es libre”, sirva de sustento ello para lo que prosigue, pues la aplicación de tal frase dentro del periodismo y sus patrones éticos, ha de ser una meta dorada, lo singular se aprecia cuando el manejo de lo veraz se toma a la ligera y cuando la opinión más que ser vista como elemento libre, es adjuntada al montón de los perseguidos, de los castigados.

El silencio como oficio

El poder del dinero, del gobierno, de las anunciantes, junto al desmedido gusto que los caracteriza por los MCS - sin lugar a dudas, por la fuerza con la que cuentan - , son elementos que juegan un papel de gran importancia en los vigentes espacios de comunicación. A manera de radiografía, el Instituto de Prensa y Sociedad de Venezuela (IPYS) realizó en el año 2007 un trabajo de investigación llamado “Noticias Confiscadas” donde se refleja el impacto del antecedente evolutivo del medio, y de los protagonistas recién nombrados en base a los casos de censura y autocensura que cada día se producen.

Consideran a la censura como aquello que puede “hacerse presente cuando ocurre alguna presión externa que impide que un medio o comunicador difundan una información”, por ende, cuando se sobrepongan leyes o prohibiciones en respuesta a sobornos, amenazas y manipulaciones de parte de las esferas de control.

La autocensura por otro lado, logra el mismo resultado pero se pinta de rasgos más delicados, debido a que acorrala al medio o al periodista entre la intención ética de divulgar una información, o la de callar para resguardar una posición, entiéndase empleo, sueldo, o cualquier conductor de intereses personales. Gerardo Reyes, asesor del IPYS y reconocido comunicador, se refiera a ella como una característica en ciertos casos frecuente, pues se constata que “desde antes de iniciar su labor, el propio periodista se abstenga de abordar los temas prohibidos en su sala de redacción previendo que su publicación no será autorizada (autocensura previa)”.

En el acontecer de la profesión, la diversidad de conductas y maneras de implementación toman amplio espacio a la hora de contemplar como el periodista observa su posición ante el cuartar y distanciar su labor.

La Comunicadora Social y Docente de la Cátedra “Relaciones Públicas” de la Universidad Arturo Michelena (Valencia, Venezuela), Fabiola De Velosa, contempla en similitud con Reyes, que “la autocensura uno mismo se la impone ante una realidad. Temor por un sistema, por sanciones de manera discrecional a través de un sensor” y agrega que el caso de la censura o autocensura contiene caracteres diversos que incluso la hacen ver como estratégica en ciertos casos, esto pues “muchos periodistas modifican su pregunta porque simplemente al entrevistado no le gusta, no se siente cómodo, o el medio y su línea no le dan cabida. Es ahí donde Inicia el dilema entre la supervivencia y la ética y se requiere aplicar la inteligencia”.

Por otro lado, desde la visión del aún alumno, Yoselie González, estudiante del 9no semestre de Comunicación Social en la mencionada casa de estudio, se refiere a la censura como algo que ella ha percibido comienza con los mismos docentes. La futura comunicadora, justifica con el argumento de haber sido víctima. “En una asignación yo escribí y redacté lo que pensaba y sentía en ese momento, todo en contra del gobierno del presidente Chávez, pero cuando quería publicarlo no me dejaron, me mandaron a cambiarle ciertas cosas porque me dijeron que estaba muy fuerte, ciertos elementos puntuales y veraces, pero mas allá de todo era a nivel de opinión, y por el hecho de que como estudiante no se tiene un nombre ya establecido en el medio, así que para poder publicarlo debía cambiarlo y suavizar un poco más la cosa”.

Desde las aulas se aprecia un problema que en el estudio elaborado por el IPYS, el cual contó con una muestra de 192 periodistas en todo el país durante el 2007, se incrementa y asombra sobre manera, debido a la apreciación de cifras que ubican a la censura y autocensura como elementos culpables del gran deterioro de la libertad de expresión en el país, y del ejercicio del periodismo principalmente.

Periodismo en tiempo de mordaza

Entre los porcentajes desprendidos del trabajo de investigación presentado por el IPYS en consonancia con la censura y autocensura que más destacan, se encuentran:

"Miedo a las amenazas del gobierno.
Miedo a las agresiones en la calle
Miedo al cierre de las fuentes oficiales.

Más de un 60 por ciento de los periodistas identificó esas tres aprensiones como los principales obstáculos del ejercicio de la profesión en el país.

Un 58 por ciento señaló que las expresiones de la hostilidad a su labor son las amenazas verbales, escritas y las intimidaciones físicas. Y como si las condiciones externas no fueran suficientes, los reporteros y editores consideran que adentro de sus oficinas hay otras fuerzas que también atentan contra su libertad.

Un 6 por ciento de ellos respondió que las presiones de los accionistas del medio dificultan el ejercicio de su profesión y otro 7 por ciento dijo que resiente el asedio de los anunciantes oficiales .

Ante la pregunta “Pensando en los últimos 12 meses, ¿ha recibido usted en el medio donde trabaja actualmente, alguna instrucción expresa que significara limitación, previa o posterior, en la cobertura o difusión de alguna información?”

Un 32 por ciento respondió que sí, y, al indagar por los temas que fueron motivos de ese control, 56 por ciento dijo que son aquellos que “podrían generar conflicto con autoridades del gobierno’’. Le sigue, en orden de provocación, historias que “afectaban los intereses o puntos de vista de los anunciantes’’.


De un lado el temor

Como proyección ante lo observado, Inés Rodríguez, Comunicadora Social con 29 años de experiencia, contempla que las futuras generaciones deben tener claro su rol, y en base a la percepción de la autocensura como un método de precaución plantea que “la precaución también es autocensura, no veo diferencia, si yo soy precavida me estoy censurando. Yo estoy de acuerdo es con la veracidad de la información mientras yo pueda comprobar que esa información es exacta y real, no me puedo censurar jamás porque si no dejaría de ser periodista, abría tomado otra carrera”.

Veracidad y contundencia, de eso se apoya Rodríguez, y manejando en mente la postura de la licenciada, se puede aproximar a la construcción de una imagen donde los intereses, la dependencia propuesta en un inicio y la imponente presencia de poderes que quieren actuar como titiriteros dentro de los medios de comunicación social, se ubican en un panorama no distante ni inexistente, pero eso sí, menos relevante. La defensa de la razón de ser, de la posición que se ejerce, ha de materializar el equilibrio entre la profesión y los puntos disonantes.

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